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Una pequeña historia ocurrida en un pueblo que trata sobre la restauración de una pintura mural que acabó en una gran chapuza y que adquirió dimensiones virales allá por el 2012. Eso sí, se hizo con la mejor de las intenciones. Provocó un aluvión internacional de memes y tuiteos en la red, inspiró parodias humorísticas e incluso una ópera. Hoy, dos años después del episodio, se han dejado caer por allí unos 150.000 turistas para observar la pintura, pagando 1€ por persona y conociendo de primera mano este curioso fenómeno cultural.

He aquí un pequeño resumen sobre la sonada y fallida restauración:

2012

Comienza a deteriorarse una pequeña pintura al fresco de los años 30 en una iglesia de la pequeña localidad española  de Borja (con una población de unos 5.000 habitantes). La pintura muestra una imagen realista de Jesús con una corona de espinas y una túnica de color rojo burdeos. En agosto, Cecilia Giménez, una vecina de la localidad y aficionada a la pintura, acomete sin permiso un intento desafortunado de restauración de la pintura, convirtiéndola en una imagen basta y en absoluto realista. La sorprendente y fallida restauración, que transforma la pintura del Cristo en algo irreconocible, causa rápidamente una gran sensación en Internet. Se satiriza y critica a Cecilia en Internet y en todos los medios. Empiezan a llegar los primeros turistas para ver la pintura del Cristo de Borja.

2013

Bodegas Ruberte anuncia una edición especial de vino “Cecilia Giménez”.

2014

Suerte en la desgracia

Parece que Cecilia Giménez, una octogenaria aparentemente ingenua y con más bien pocos conocimientos en materia de restauración dentro del mundo de las artes, ha generado un increíble interés turístico por su trabajo y la propia localidad de Borja, atrayendo una enorme bandada de curiosos a un lugar anteriormente desconocido por la mayoría. Los animados visitantes que han viajado expresamente hasta allí, se trasladan hasta la iglesia que alberga la obra de arte tan esperada, sofocando algún que otro ataque de risa, para contemplar de primera mano esta restauración indudablemente un tanto divertida. Una hucha de donativos colocada en un lugar estratégico hace pensar a los más observadores que la localidad de Borja también sonríe en silencio: a río revuelto, ganancia de pescadores.

No es fácil saber si la obra fallida de Cecilia escondía una obra maestra cuidadosamente trabajada que sin esta circunstancia hubiera podido atraer esta lluvia de dinero caído del cielo. Pero ella insiste en que la sobrepintó con la mejor de las intenciones y pide que se le perdone si ha cometido un error al pintar sobre la obra maestra.

Conan O’Brian llegó a incluir una parodia sobre la restauración de Cecilia en su programa televisivo. El New York Times publicó un artículo sobre esta historia en diciembre del año pasado.

Wikipedia nombra esta “restauración” del retrato de Jesús, que más bien se parece a un erizo, como uno de los mayores lugares de interés de la localidad, junto a un convento barroco y un templete del siglo XVIII.

Mi primera preocupación al oír de la popularidad y el éxito económico de este fenómeno fue que pudiera haber ciudades que se dedicaran a arruinar sus obras maestras históricas con el único fin de sacarse un dinerillo. No tengo constancia de que esto esté pasando, pero de alguna forma me recuerda a otra historia que sucedió en 2011 con el alcalde de la ciudad turca de Batman que anunció sus planes de demandar a Warner Bros. por utilizar el nombre de la ciudad sin permiso, afirmando que “solo existe un Batman en el mundo”.

Deberíamos profundizar y analizar bien la situación antes de considerar esta posibilidad, como una de muchas para provocar un posible aluvión de dinero y hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué valor tiene el arte? Para muchos, el hecho de destruir una pequeña y oscura obra de arte quizás no suponga más que un pequeño precio a cambio de convertir un lugar antes desconocido en una atracción turística en tiempos de crisis. Y quién sabe, quizá alguno hasta lo haya intentado pero sin lograr el mismo éxito en su intento de una restauración intencionadamente fallida.

Otra cuestión que plantea esta historia es cómo valoramos realmente el arte. Muchos pintores profesionales que han dedicado toda su vida a materializar su arte sueñan con poder atraer tal cantidad de personas y despertar el interés que ha generado la desafortunada restauración de Cecilia Giménez.

Por el momento, y por mucho tiempo, seguirán siendo muchas las personas que sigan soñando con el éxito o con la fórmula acertada para alcanzarlo. Esperemos que lo hagan con “la mejor de las intenciones”.

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