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El día de los muertos es un día muy especial en México. Lejos de ser una jornada triste o tétrica, su color, su animación y su estética celebran la vida y su triunfo sobre la muerte. Es algo que va más allá de los dulces, del maquillaje, de la vestimenta… Por eso os vamos a mostrar los significados que hay detrás de la belleza de este día.
En primer lugar deberíamos hablar de las vistosas Catrinas, las divertidas representaciones de una calavera o los huesos de una dama bien vestida. Su invención data de 1910, cuando figuras de esqueletos animados aparecían en los periódicos como sátira a la política de la época. La Catrina, que por aquel entonces se llamaba “Garbancera”, representaba a aquella parte de la sociedad esnob que se vestía, hablaba y actuaba como si fuera extranjera, olvidando sus raíces. El mismísimo Diego Rivera se enamoró del personaje y le puso el nombre que todos conocemos hoy, “Catrina”. Hoy la Catrina se ha convertido en protagonista indiscutible del día de los muertos y hasta en toda una “it girl”. De hecho la escuela de diseño de la bella ciudad de León, en el estado Guanajuato, organiza cada año un desfile de moda en el que sus estudiantes muestran sus creaciones basadas en este personaje. En otro de nuestros destinos, Oaxaca, las Catrinas también desfilan, pero esta vez por las calles y a modo de estremecedora comparsa.
Los dulces típicos de esta fecha son las calaveritas de azúcar a las que también se las llama “alfeñiques”. A menudo se las ve como ofrenda en los altares que llenan calles y vecindarios durante este día, pero también son muchos los que la regalan a amigos y familiares. Por ello se les puede poner el nombre del destinatario. El origen podría estar en los ritos funerarios de las culturas mesoamericanas, en los que se usaban los cráneos de antepasados fallecidos. Hoy los alfeñiques también son objeto de devoción en una feria destinada exclusivamente a ellos que se celebra en León. Hay multitud de modalidades de este dulce, que llena el estómago, endulza el espíritu y encanta los ojos.
El elemento más importante y con mayor significado es, sin duda, la ofrenda. Se trata de ese colorido y fascinante altar que podemos ver en casas, comercios, restaurantes… y esconde muchos más secretos de los que podemos imaginar.
Las ofrendas siempre tienen siete niveles, contadlos si queréis: en el primero se coloca una foto de un santo o de una virgen; el segundo se dedica a las ánimas que están en el purgatorio; en el tercero se pone sal para las almas de los niños del purgatorio; en el cuarto se pone pan de muerto (pan dulce con azúcar roja) que ha de ser elaborado por los familiares del difunto; en el quinto se colocan las frutas y comida preferida del difunto; en el sexto se coloca la foto del difunto a quien se dedica el altar y el séptimo un rosario elaborado con tejocotes o limas a modo de cuentas.
A continuación se colocan otras ofrendas, también cargadas de significado: velas que deben mirar a los cuatro puntos cardinales; papel morado, cuyo color simboliza la unión de la vida y la muerte; flores blancas, que simbolizan el cielo, y flores amarillas, que simbolizan la tierra; una vara para proteger al espíritu del fallecido de todo mal… finalmente se ha de disponer un camino flanqueado por flores de cempasúchil desde la entrada de casa hasta el altar.
Con tanto simbolismo y arte como tienen los altares no es de extrañar que cada año los habitantes de Guanajuato esperen ansiosamente la tradicional ofrenda monumental que prepararan los estudiantes en la escalinata de la Universidad. En otro estado, el de Oaxaca, los cementerios se convierten en impresionantes sucesiones de ofrendas y altares iluminadas por la espiritual luz de las velas.
El día de los muertos en México, ya decimos, tiene algo inexplicable, místico, duradero. Algo que realmente nos hace pensar que nuestros seres querido nos siguen protegiendo.
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