La Colonización de Colombia

La conquista de Colombia. La invasión de Colombia se completó por etapas. El proceso de colonización se inició en 1499 y duró hasta 1550.

A pesar de su nombre, Colombia no fue fundada por el explorador Cristóbal Colón, que ni pisó este territorio a lo largo de la historia de Colombia. De hecho, en 1499 el territorio fue descubierto por su compañero Alonso de Ojeda, que llegó allí desde la cercana Santo Domingo, tocando tierra en el Cabo de la Vela. No fue sino hasta 1525, sin embargo, cuando los españoles comenzaron un proceso de colonización de Colombia que llevó a que se convirtiera en una colonia integrada en el imperio español.

  • La invasión y conquista de Colombia se completó por etapas, en lugar de en una oleada.
  • El proceso de colonización se inició en 1499 y duró hasta 1550.

El Dorado

La breve presencia de Alonso de Ojeda en Colombia después de su descubrimiento inicial dio lugar al mito de El Dorado, según el cual existía una ciudad mágica en la que todo estaba hecho de oro. Este mito y la promesa de enormes cantidades de oro alentaron un mayor desarrollo de la región por parte de los españoles. Después de un par de asentamientos en los primeros años del siglo XVI que fueron de corta duración, en 1525 Rodrigo de Bastidas fundó el primer asentamiento en el territorio: Santa Marta. La ciudad es la más antigua de Colombia y la segunda de América del Sur. Su ubicación en la costa norte la convirtió en un puerto ideal, así como su fértil campiña circundante apta para los cultivos. Por razones desconocidas, Bastidas también se dedicó a matar a todos los pueblos indígenas. A partir de Santa Marta los europeos pudieron seguir adelante con la conquista.

En 1533 Cartagena fue fundada por Pedro de Heredia y se convirtió en el principal centro de comercio de la historia colombiana, hecho que continúa hasta hoy día. No mucho tiempo después, dos expediciones independientes se dispusieron a reclamar más territorio y extender el poder español en América del Sur. Para lograr este objetivo, el conquistador Quesada partió de la zona costera y se dirigió hacia el interior. Otro grupo salió de Ecuador dirigido por el conquistador Belalcázar. Estas dos expediciones tuvieron lograron establecer control sobre las áreas que atravesaron y Quesada, al final de este viaje, fundó Santa Fe de Bogotá, en 1538. Belalcázar llegaría más tarde en Santa Fe, y cuando lo hizo, no tardó en intentar ejercer el control por su parte. Esta fricción provocó una batalla política despiadada por este territorio recién anexionado, el Nuevo Reino de Granada, de la que Santa Fe de Bogotá sería más tarde la capital.

Inicialmente, la disputa la resolvió Carlos V en 1540 con la incorporación de la región al Virreinato del Perú dándole el control de esta área a Belalcázar. El hecho de formar parte del Virreinato del Perú terminó fracasando debido a las distancias y a la geografía que hicieron que la gestión de esta nueva región resultase demasiado difícil desde Lima. No mucho tiempo después, la Corte Real creyó que confiar el control de esta región a una sola persona sería una tarea demasiado grande, por lo que se estableció una Real Audiencia en 1549. Este Audiencia crearía una autoridad ejecutiva compuesta por los jueces de todas las provincias del Nuevo Reino de Granada que gestionaría la región colegiadamente. Esta fórmula también se descubrió que era inviable ya que este gran ejecutivo no conseguía llegar a un acuerdo. Los Inspectores reales (auditores), decidieron entonces centralizar el poder en un presidente, dándole el control del gobierno civil y militar. Este sistema llamado “La Real Audiencia y Chancillería de Santa Fe” se mantendría en vigor durante más de 200 años.

A medida que las condiciones en España y el Nuevo Mundo iban cambiando, el rey de España decidió cambiar el estatus del Nuevo Reino de Granada de Real Audiencia al de Virreinato. El nuevo virreinato se llamaría Virreinato de Nueva Granada y el presidente podría ahora convertirse en virrey de un área que abarcaba más o menos la actual Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela.

Los colonizadores españoles utilizaron una serie de procedimientos para consolidar su poder, ninguno de los cuales fue especialmente positivo para la población indígena. Baste decir que la población nativa sufrió mucho bajo el dominio español. Inicialmente, los españoles emplearon un sistema llamado encomienda que se estableció, irónicamente, para proteger a la población indígena de los excesos a los que los conquistadores pudieran someterla. Los exploradores prestaron poca atención a la encomienda y gestionaron las poblaciones nativas a su voluntad. Como resultado, la población indígena se vio obligada a trabajar para unos nuevos conquistadores españoles que le prestaban poca atención a su bienestar.

Afortunadamente un clérigo llamado Fray Bartolomé de las Casas reconoció las atrocidades que se cometían y se dedicó, durante más de 50 años, a mejorar la situación de los pueblos aborígenes. Gracias a de las Casas, el sistema de encomienda fue abolido en 1542. Este sistema fue sustituido el sistema de repartimiento, gestionado por la corona. Este sistema mejoró la situación de los indígenas, que, por desgracia, siguieron permaneciendo en un estado de semi-esclavitud. La religión era una herramienta importante de control (tanto para los nativos como para los españoles), muchas figuras religiosas claves fueron enviadas a América a evangelizar a los indígenas y convertirlos al catolicismo.

La invasión y conquista de Colombia es un ejemplo típico, y a menudo lamentable, de la conquista española del Nuevo Mundo. Lo que es innegable es el país culturalmente rico y diverso que tenemos hoy en día como consecuencia de ello.

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