Diego Velázquez

Diego Velázquez pinturas y biografía. Información sobre el famoso artista español Diego Velázquez y sus principales pinturas como Las Meninas.

El primer deber de un pintor de la corte en el Barroco era pintar retratos del monarca y de la familia real, que mostraran sus vidas tal y como eran. El pintor español Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660) fue un maestro en el arte de los retratos y está considerado como uno de los mejores pintores de España, si no el artista más influyente de la historia de Europa. Su obra más famosa, Las Meninas, se puede ver en el Museo del Prado, donde es una de las piezas más populares.

Velázquez era el mayor de siete hermanos de una familia humilde, aunque con pretensiones de hidalguía (el escalafón más bajo de la nobleza española de la época), de Sevilla. A los once años dio sus primeros pasos en el mundo del arte como aprendiz del pintor Francisco Pacheco, con cuya hija acabaría por contraer matrimonio. A los dieciocho años, el Gremio de Pintores Sevillanos lo nombró maestro pintor, lo que le permitía trabajar libremente como profesional. Durante los siguientes años se dedicó a ejecutar diferentes pinturas religiosas, piezas que muestran alimentos o escenas de mesón conocidas como bodegones y algunos retratos de aristócratas. Dos obras muy conocidas de esta época temprana son la Vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla. Sus trabajos le dieron dinero suficiente para comprar una casa para él, su mujer e hijas, y una segunda vivienda que alquilaba.

Desde el principio Velázquez se dio cuenta de que los retratos serían claves en su obra. El pintor deseaba dejar atrás su estatus humilde y cumplir su ambición de alcanzar la nobleza, y pronto se dio cuenta de que el mejor sitio para hacer realidad ambos deseos era trabajar en la Corte Real de Madrid. Gracias a la recomendación del conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, y al agrado del propio rey cuando vio el retrato que le hizo cuando buscaba trabajo en Madrid en 1622, Velázquez se convirtió en pintor oficial de la corte. Cinco años después fue nombrado ujier de cámara. Su misión era la de cuidar los cuartos reales, además de la de pintar. Este rápido ascenso afianzó su posición como un miembro importante en la corte real, pero también le granjeó la envidia y las críticas de pintores más veteranos de la corte.

En 1628, Velázquez se hace con el título de pintor de cámara, el más importante entre los pintores de la corte, lo que le permite explorar nuevos temas y técnicas al elaborar pinturas para la decoración de los palacios reales. El cuadro más representativo de este periodo es El triunfo de Baco, también conocido como Los borrachos, de 1629. En esta época, Rubens visita la corte española y, siguiendo su consejo, Velázquez emprende su primer viaje a Italia. Su conexión con el rey de España le garantizó el acceso a numerosas obras, y aprende nuevas técnicas que determinan un cambio en su estilo. A este periodo pertenecen La fragua de Vulcano y sus primeros bocetos de paisajes con una técnica de pinceladas rápidas que anuncia el impresionismo.

Tras su regreso a Madrid en 1631, da comienzo su etapa de madurez. Gracias al favor del rey, que no se había dejado retratar por ningún otro pintor en los dos años que duró el viaje de Velázquez, continuó su ascenso en la corte y completó una amplia colección de retratos de la familia real y de otros personajes de la corte. Destacan por su tema y tratamiento la serie de retratos, iniciada hacia 1634, de los bufones de la corte: en ellos, además del respeto por los sujetos retratados, es evidente el ensayo por parte del artista de una serie de innovaciones estilísticas. Casi un tercio de la producción total de Velázquez se corresponde a la década de 1630.

A partir de 1643 Velázquez es nombrado ayuda de cámara, uno de los puestos más importantes de la corte. En 1649 viaja de nuevo a Italia, con el objetivo de comprar esculturas y pinturas antiguas para el rey, y allí realiza uno de sus cuadros más conocidos e influyentes, el Retrato de Inocencio X.

En 1651, Velázquez regresa a España y retoma su labor como pintor de cámara, aunque sus otros cargos de carácter administrativo absorben buena parte de su tiempo. Entre 1656 y 1658, Velázquez pinta los dos trabajos que le dan la fama de “pintor de pintores” entre los artistas de su tiempo, y que se consideran la cumbre de su obra pictórica: La familia de Felipe IV, que ha pasado a la posteridad con el nombre de Las Meninas, y La fábula de Aracné, también llamada Las hilanderas. Ambas forman parte de la colección permanente del Museo del Prado.

Ambas pinturas contienen una cuidada complejidad simbólica y un logrado juego de luces. Las Meninas, que incluye un autorretrato del pintor tras su lienzo, representa a la infanta Margarita, la hija de Felipe IV, rodeada de sus ayas, su enana y su perro. Una compleja composición de grupo, autorretrato y escena inocente que con el tamaño del lienzo y el trabajo de pincel ponen de manifiesto la habilidad de Velázquez para recrear la realidad, un pintor fotógrafo que lleva a los espectadores a preguntarse “¿Quién es el retratado: la infanta, la reina y el rey, o nosotros?”. Al retratarse tan cerca de la realeza, señala su deseo de convertirse en caballero de la Orden de Santiago.

Velázquez murió de fiebres en 1660 con una gran reputación como maestro realista, cuyos retratados parecían vivos sobre el lienzo. La tradición establece que Velázquez alcanzó su sueño de ser caballero de forma póstuma: el propio rey pintó la cruz de Santiago en el pecho de Velázquez en el cuadro de Las Meninas como un honor.

Su habilidad con el color, la luz y las líneas ha influido en muchos artistas, especialmente en Picasso y Dalí. El primero recreó 58 versiones cubistas de Las Meninas, y el segundo su propia versión de la infanta Margarita. Las Meninas es la pintura más comentada en las clases de historia del arte de todo el mundo –¡y esperamos que descubras su belleza cuando vengas a estudiar español a don Quijote Madrid!
 

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