Salvador Dalí nació en Figueres, en la provincia de Gerona, el 11 de mayo de 1904. Fue un pintor genial, aunque muchas veces fuse más reconocido por sus excentricidades que por su trabajo artístico. Aunque su faceta más conocida es la de pintor, Dalí también explore otros campos y no dudó a la hora de colaborar con otros artistas. En especial, sus incursiones en el mundo del cine fueron famosas: sobre todo, sus colaboraciones con su amigo Luis Buñuel, que resultaron en dos de las películas más aclamadas del surrealismo, Un perro andaluz (1929) y La edad de oro (1930), o su participación en Recuerda (Spellbound, 1945), de Alfred Hitchcock, en la que realizó los decorados para la escena del sueño.
Como muchos otros intelectuales españoles de principios del siglo XX, Salvador Dalí acudió a estudiar pintura a la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde se alojó en la renombrada Residencia de Estudiantes en 1922. Esta institución, de marcado carácter progresista, invitaba a dar conferencias y organizar exposiciones a algunos de los más brillantes intelectuales de la época: Juan Ramón Jiménez, Severo Ochoa, Miguel de Unamuno, Manuel de Falla, Ortega y Gasset, Marie Curie, Louis Aragon o Le Corbusier pasarían por allí antes de 1936. En medio de este entorno de libertad y efervescencia creativa, Dalí trabó amistad con varias figuras de la que más tarde se denominaría la Generación del 27, como los poetas Federico García Lorca o Luis Cernuda, el cineasta Luis Buñuel o el ingeniero Pepín Bello, quien no desarrolló una carrera artística pero poseía una personalidad ocurrente y creativa y era a menudo el responsable de las ideas que inspiraban a sus compañeros.
En 1926 realizó su primera visita a París, durante la que conoció al pintor Pablo Picasso gracias a las referencias positivas que el pintor Joan Miró le había dado. Son unos años inquietos, en los que conoce sus primeros éxitos en exposiciones, pero es también expulsado de la Academia de Bellas Artes de San Fernando debido a su carácter rebelde, que le lleva a afirmar que el tribunal que debe examinarlo no es competente para ello. En un nuevo viaje a París en 1929, y de nuevo a través de Joan Miró, entra en contacto con los círculos surrealistas y dadaístas.
Son los años formativos para el pintor, en los que es como una esponja que absorbe las influencias de muchos tipos de arte, desde el formalismo académico más clásico a las vanguardias más rupturistas, que mezcla sin esfuerzo en sus obras. En la década de los 30, con un estilo propio consolidado y una posición firme dentro del grupo surrealista, se produce su consagración como pintor: el año 1931 realiza su primera exposición individual en París, en la galería Pierre Colle, en la que muestra una de sus obras más conocidas y reproducidas, La persistencia de la memoria.
En 1932, Dalí contrajo matrimonio con Gala, a quien había conocido durante unas vacaciones en 1929 en Cadaqués (Girona) cuando estaba casada con el poeta surrealista francés Paul Éluard. Pese al escándalo inicial, la oposición del padre de Dalí y la diferencia de edad –Gala era más de diez años mayor–, ambos formaron una sólida pareja sentimental y profesional, en la que ella asumió el papel musa y también agente del pintor, gracias a su mayor sentido práctico.
Ya antes de la Segunda Guerra Mundial, Dalí empezó a tener choques cada vez más fuertes con André Breton y su entorno a causa de su falta de compromiso político. La mayoría de los creadores surrealistas se habían posicionado a favor de las ideas izquierdistas y en contra del gobierno nazi alemán, pero Dalí, que se consideraba apolítico, se negó a condenar de forma pública el régimen nazi. Esto condujo a su famosa expulsión del movimiento surrealista en 1934 y a una serie de desencuentros con sus antiguos compañeros.
En 1940, Dalí viajó a Estados Unidos junto con Gala, escapando de la guerra que estaba arrasando Europa en aquellos años, y residió allí durante ocho años. Durante esta época, redescubrió su fe católica, se afianzó en sus actitudes apolíticas, se dedicó prolíficamente a la pintura, la ilustración y la escritura, y realizó una colaboración truncada con Walt Disney, entre otras actividades en las que se difuminaba la línea entre consumo y arte. Son también los años en que se cimenta su reputación excéntrica, que seguiría creciendo hasta el fin de su vida.
Dalí regresó a Cataluña en 1949, lo que le convirtió de nuevo en blanco de las críticas entre sus antiguos colegas, que lo acusaron de apoyar la dictadura franquista. Este enfrentamiento ideológico llevó a la ruptura definitiva con Breton y buena parte del círculo surrealista de su juventud; sin embargo, su carrera artística no dejó de prosperar. Dalí ramificó su producción en actividades muy diferentes a la pintura, creando artefactos surrealistas tan famosos como el teléfono-langosta, piezas de joyería y escenografías.
A partir de 1980, su salud se deterioró gravemente. La enfermedad de Parkinson afectó a su capacidad para pintar, y el fallecimiento de Gala en 1982 lo sumió en una depresión. Dalí se mudó al Castillo de Púbol, que había comprado para ella, y allí sufrió una severa deshidratación –al parecer, intencionada– que agravó su estado.
En estos años Dalí volvió a estar en el centro de la polémica, cuando se empezó a cuestionar la autoría de sus obras más tardías. Muchos denunciaron que algunos de sus amigos le habían hecho firmar lienzos en blanco, con el objetivo de venderlos como pinturas auténticas.
El 23 de enero de 1989 Dalí murió víctima de un fallo cardiaco a los 84 años, poniendo fin al despliegue de arte surrealista que había sido su propia vida. Fue enterrado en la cripta de su museo de Figueres, a poca distancia de su casa natal y de la iglesia de Sant Pere, en la que había sido bautizado. Dejó todo su legado al Estado español.
Su obra es muy extensa y tocó temas diferentes. Entre sus obras destacan: