Flamenco

El flamenco es una expresión artística genuinamente española, o, para ser más exactos, del sur de España. Existe en tres formas: el cante, el baile y el toque (la técnica de los guitarristas flamencos o tocaores). En 2010 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
 

La invención del flamenco se atribuye a los gitanos, y es cierto que ellos han desempeñado un papel importante en su creación y en su evolución, pero existen diferentes opiniones acerca de su origen. La hipótesis que tiene más apoyos es la de su origen predominantemente morisco (así se denomina a los musulmanes conversos que se establecieron en España), influido por la mezcla cultural que existía en la Andalucía del siglo XVIII, en la que surge el flamenco tal y como lo conocemos en la actualidad. Esta hipótesis explicaría por qué los gitanos de otros lugares de España o de Europa no han desarrollado este estilo.

Durante el siglo XIX, y como consecuencia de la ocupación francesa y la Guerra de Independencia (1808-1812), el casticismo cobra fuerza como recuperación de valores intrínsecamente españoles, en oposición a los afrancesados. Así, el costumbrismo andaluz se populariza y llega hasta la corte, en Madrid. Con el casticismo se produce un auge del folclor andaluz y, con él, del flamenco.

A lo largo de su edad dorada (1869-1910), el flamenco se desarrolló hasta su forma definitiva en los numerosos cafés cantantes de la época, donde los cantantes y bailaores establecían colaboraciones, se influían mutuamente e iban evolucionando conforme a los gustos del público. Esto supuso el primer paso en la profesionalización del flamenco y en el establecimiento del género. La forma más intensa del flamenco, el cante jondo, que expresa lo más profundo de los sentimientos, apareció en este periodo.

El avance de la popularidad del flamenco y su conexión con otras costumbres castizas, como la afición a los toros, hizo que fuese rechazado por la generación del 98. Este movimiento cultural, filosófico y literario suponía una ruptura intelectual con la decadencia de España que había culminado con la guerra de Cuba, entre España y Estados Unidos, y la pérdida de las últimas colonias españolas en 1898. Sus ideas de regeneración chocan de forma frontal con el casticismo, y conducen a un descrédito del flamenco entre la intelectualidad de la época, que se alargará durante las décadas siguientes.

Sin embargo, la popularidad del género entre el público no hizo más que crecer. Esto llevó a que muchos espectáculos se centraran en los palos –nombre que reciben las variedades tradicionales de cante flamenco– más festivos. En respuesta, y ya en la década de los 20, surgió una corriente opuesta que defendía el purismo y, como manifestación artística más valiosa del flamenco, el cante jondo. En esta línea, Federico García Lorca y Manuel de Falla organizaron en Granada un certamen de cante jondo en 1922. Aunque tuvo poca repercusión, en parte debida a que sus organizadores iban en busca de una pureza del flamenco que nunca había existido, sí refleja el acercamiento de la “alta cultura” al flamenco, en el que tuvo mucho que ver el hecho de que buena parte de los miembros de la generación del 27 fuesen de origen andaluz y estuviesen más familiarizados con la verdadera riqueza y profundidad de esta manifestación artística.

Durante la dictadura franquista, el flamenco tuvo un papel dual: por un lado, el régimen lo adoptó como uno de los pilares representativos de la cultura española; por otro, pervivió como un género rebelde y de protesta contra el poder establecido, con la consolidación del flamenco protesta a lo largo de la década de los 60. Fue durante los años 50 cuando empiezan a aparecer los primeros estudios rigurosos sobre el flamenco, que ponen las bases para su investigación, conservación y promoción.

Es en 1961 cuando se celebra por primera vez el Festival Internacional del Cante de las Minas de la Unión (Murcia), que comenzó como un certamen de cante pero se ha convertido en una cita de referencia en la que participan profesionales y aficionados del cante, el baile y el toque. Este festival, que se celebra a principios del mes de agosto y está considerado en la actualidad el más importante del mundo, ha sido declarado de interés turístico nacional.

El género se abrió a todo tipo de influencias, continuando con su evolución. La fusión flamenca, iniciada en los años 70, tuvo como protagonistas a artistas tan míticos como el guitarrista Paco de Lucía o los cantaores Camarón de la Isla, Enrique Morente, El Lebrijano o Remedios Amaya. Por ello, el flamenco actual muestra influencias de otros tipos de música, como el jazz, la salsa o la bossa nova, y ha incorporado instrumentos de otras tradiciones culturales.

Las transformaciones que el flamenco ha vivido a lo largo de su historia lo han llevado a integrarse en los movimientos musicales modernos de rock, pop y blues, con artistas de la talla de Raimundo Amador, Ketama o Rosario Flores entre otros. Uno de los momentos más importantes del desarrollo de esta fusión fue la publicación de Omega en 1996, un disco de colaboración entre el cantaor Enrique Morente y el grupo de rock granadino Lagartija Nick, que contó con la participación de numerosas figuras relevantes del flamenco, y que adaptaba poemas de Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, o canciones del cantautor canadiense Leonard Cohen. Las dos hijas de Enrique Morente, Estrella y Soleá, son dos de las artistas actuales relacionadas con la tradición flamenca con mayor éxito y reconocimiento crítico.