Perú es una nación latinoamericana reconocida por su preservación de las costumbres indígenas, y no hace ninguna excepción cuando se trata de la zampoña y de la quena de su música tradicional andina. Aunque se cree que se remonta más allá del antiguo Imperio inca, este género musical ahora mundialmente famoso está profundamente arraigado en las comunidades rurales de esta poderosa civilización prehispánica que, como su nombre sugiere, residían en las regiones montañosas de los Andes. Utilizada una vez exclusivamente para prácticas religiosas y espirituales incas, la música andina ya no sólo sirve como una forma de entretenimiento, también recuerda a los habitantes de América Latina la importancia de la celebración de una cultura milenaria que ha dado forma a la identidad de sus naciones y de su gente.
Desconocida para muchos en el mundo occidental, la música andina no se limita a confiar en las armonías de un tipo de instrumento, sino que combina los sutilmente diferentes sonidos de toda la gran variedad de zampoñas y flautas. Considerando que el sicu o zampoña, como se denomina en español, consta de dos filas separadas de tubos de caña, la antara posee sólo una fila de tubos de bambú y el rondador, aunque también formado de una sola fila, está dispuesto en curva, forma que permite al intérprete moverse más fácilmente de tubo a tubo. Bastante simples en términos de técnica, las zampoñas, además de su valor cultural, son sin duda igualmente populares entre los peruanos por el movimiento de soplado relativamente simple necesario para crear los sonidos. Generadoras de un sentido de espíritu comunitario, dado que casi todos los miembros de la comunidad pueden producir un sonido melodioso, las zampoñas suelen ser el centro de atención durante los festivales peruanos.
En cuanto a la abundancia de flautas utilizadas en la música andina, es la quena, en cuyo extremo se practica una muesca que hará las veces de lengüeta pero sin boquilla, la variedad más apreciada y ocupa el centro de las actuaciones musicales prehispánicas. Hecha de madera o bambú, la quena no es una reminiscencia de la flauta travesera de los tiempos modernos, sino que recuerda a la flauta dulce con sus seis agujeros para los dedos en la parte delantera y uno en el reverso. Igualmente usadas en posición vertical, la ocarina y flautas pinkillu varían ligeramente en longitud y, en el caso de la pinkillu, los músicos la tocan sólo con una mano dejando la otra libre para tocar otro instrumento, como el txistu vasco.
Aunque sin duda no esté restringida sólo a los festivales folclóricos, puede que la música andina sólo sea verdaderamente apreciada en las celebraciones como la peruana Fiesta de la Virgen de la Candelaria, en particular, que cautiva al público con sus espectaculares actuaciones de sicus. Luciendo trajes de colores brillantes y máscaras elaboradamente detalladas, los bailarines del festival demuestran su capacidad de realizar varias tareas a la vez bailando envidiablemente e interpretando al mismo tiempo complejas melodías son sus sicus.
Una forma de expresión artística que une no sólo a la nación peruana, sino también a Argentina, Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia y Venezuela, la música andina continúa resistiendo las influencias tecnológicas contemporáneas, y es su simplicidad musical lo que hace que el género sea tan ampliamente accesible y popular para todas las generaciones.